La magia del desierto se hace realidad en el parque de Alcàsser

Cuando cae la tarde en Alcàsser una ilusión infantil, hace real un desierto de dunas pensadas para jugar sin que importe la sombra, el calor y la arena. Un valle amigo del juego, evoca los colores y las formas de los grandes desiertos para que los más pequeños descubran lugares exóticos y lejanos muy cerca de casa. Cualquier territorio inspira el juego y este parque hace del desierto una aventura infantil.

El pequeño desierto es una invitación al juego, a la sorpresa y la diversión, para demostrar que las ilusiones de los niños pueden ser muy poderosas y la fantasía lo garantiza.

Si el juego es el lenguaje de la infancia, la vida infantil no puede concebirse sin jugar.

La experiencia de Jugar en el desierto

La propuesta del juego tiene de protagonista a un camello, que se vuelve montaña y duna, fomentando que los niños desarrollen sus destrezas más físicas y su capacidad de vértigo, a través de una escalada infantil que se trepa, se entrena con presas de budler y se salta hasta conseguir hacer cima para volver a repetir, cada vez. En cada etapa y capacidad evolutiva, hay actividades lúdicas que pueden estimular y contribuir al desarrollo de capacidades.

Desarrollo emocional

El juego es el banco de pruebas en el que los niños ensayan sus emociones y los efectos que se derivan hasta conseguir un desarrollo emocional armónico. Si la base de todas las personas se encuentra en las emociones y en los sentimientos que acumulan a lo largo de su vida afectiva, la vida emocional comienza jugando en familia y con el grupo de iguales.

Lo positivo de jugar en el parque, compartiendo el espacio y los materiales de juego con otros, es que se aprenden a controlar las acciones derivadas de las emociones que provocan los otros.

Desarrollo social

El ser humano necesita contacto con otros para aprender y desarrollar sus habilidades sociales, por eso la vida social en la infancia sucede jugando. El principal motivo de jugar de los niños es el encuentro con los otros y esa necesidad de relación social, es la que hace que jugar les transmita alegría y aceptación. Jugando en la infancia se aprende la importancia de ser respetados y elegidos por el grupo, construyéndose una autoestima saludable es fundamental para la vida en sociedad.  

Aun sin ser conscientes de que jugando se están interiorizando las normas más básicas, el juego es una la actividad que entrena en la socialización y en la convivencia con los iguales. Compartir el espacio, esperar el turno y negociar las formas de uso, entrena las habilidades sociales y de comunicación.

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