El juego en los más pequeños resulta una actividad fundamental para su desarrollo motriz, emocional y creativo. El juego supone un elemento de aprendizaje, una actividad que permite trabajar diferentes capacidades a nivel individual, pero que a la vez, tiene una capacidad muy poderosa para desarrollar valores y actitudes desde una perspectiva colectiva.
El juego enseña a formar parte de un grupo. A compartir, a respetar, a jugar como iguales. Es capaz de reproducir a pequeña escala roles, actitudes, y comportamientos… sobre todo en las primeras etapas de la infancia.
En los espacios de juego las discriminaciones sexistas no se hacen tan evidente como en otros contextos de la sociedad. En los parques solemos encontrar un juego más igualitario, un juego compartido y disfrutado por todos y todas. Estos espacios deben invitar a seguir compartiendo, deben ser espacios que hagan que todos y todas se sientan iguales.
Como creadores de espacios de juego infantil, asumimos una responsabilidad, un compromiso con la sociedad y los miembros más jóvenes que la forman. Está en nuestras manos seguir creando espacios de ocio en los que los más pequeños experimenten el valor de la igualdad mediante el juego.
Desde Isaba nos enfocamos en interiorizar en nuestra misión esta responsabilidad social. La hacemos nuestra y la trabajamos conscientemente en nuestro día a día.
“Tenemos que seguir creando espacios de juego trabajados, en los que la composición no sea fortuita, si no que evitemos de forma consciente las posibles discriminaciones desde un punto de vista lúdico».
Crear zonas de juego que potencien el valor de compartir, que fomenten el juego en grupo y que creen consciencia y comunidad».
«Es nuestro papel educar en estos términos para contribuir a alcanzar esa necesaria igualdad”.
Miren Jiménez, CEO Isaba Projects.