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El pasado 11 de junio, el mundo celebró por primera vez el Día Internacional del Juego, una instancia fundamental que nos permite aprender sobre el mundo y nosotros mismos, socializar y, por supuesto, divertirnos. A pesar de ser una actividad esencial en la infancia, diversos estudios muestran que hoy en día se juega menos y de manera menos efectiva. Esto nos plantea una oportunidad única: evaluar y mejorar nuestras ciudades desde la perspectiva de su jugabilidad. Hacerlo nos permitirá abordar dimensiones clave como la inclusividad, la resiliencia y la salud, impulsando cambios transformadores como la renaturalización, la movilidad y el comercio local. Y para ello, solo hay un camino: involucrar a los mejores jugadores, los niños.

Algunos suelen referirse a los niños como «nuestro futuro». Aunque técnicamente es cierto, ya que es probable que nos sobrevivan, los niños son también nuestro presente: representan un poco más de un tercio de la población mundial. Las decisiones que tomemos hoy afectarán más a los niños, tanto a los de hoy como a los de mañana, que a nosotros, los adultos.

Se estima que para 2050, casi el 70% de los niños del mundo vivirá en zonas urbanas. Por un momento, pensemos en nuestros barrios y ciudades en términos de jugabilidad y movilidad desde el punto de vista de los niños y su salud:

  • ¿hay espacios saludables cerca de donde viven?
  • ¿Pueden salir y cruzar la calle solos sin riesgo de ser atropellados?
  • ¿Cuánta contaminación respiran
  • ¿Existen suficientes lugares abiertos donde puedan jugar con libertad y seguridad?

Consideremos también el clima y la biodiversidad: ¿los espacios públicos completamente pavimentados, incluidos los colegios, serán amigables y habitables para los niños en el clima que se avecina? ¿Tienen contacto con la naturaleza en las ciudades?

Las últimas investigaciones sobre el juego en el Reino Unido, dirigidas por la profesora Helen Dodd, muestran que los niños en edad escolar primaria están perdiendo la libertad de jugar de forma independiente y no se les permite jugar solos al aire libre hasta los 11 años, dos años más que la generación de sus padres.

Al aire libre y rodeados de biodiversidad es donde los niños deben jugar, donde los diversos estímulos naturales permiten un mejor desarrollo cognitivo y una buena salud, mental incluida, para niños y adultos.

La naturaleza es nuestra mejor aliada frente al cambio climático, especialmente para poblaciones vulnerables como los niños.

Importancia de Parques Infantiles en Espacios Públicos

La disponibilidad de parques infantiles en espacios públicos es esencial para garantizar un juego sano, seguro y accesible. Estos parques deben estar diseñados para ofrecer diversas oportunidades de juego que promuevan el desarrollo físico, cognitivo y social de los niños.

En Isaba, creemos que los parques infantiles deben ser inclusivos y accesibles para todos los niños, independientemente de sus capacidades. Contar con parques infantiles bien diseñados en espacios públicos contribuye a la creación de comunidades más cohesionadas y resilientes. Estos parques se convierten en puntos de encuentro para las familias, fortaleciendo el tejido social y promoviendo el sentido de comunidad.

Además, al estar integrados con la naturaleza, ayudan a los niños a desarrollar una conexión más profunda con el entorno natural, lo cual es fundamental para su bienestar y desarrollo integral.

En Isaba, estamos comprometidos con la creación de estos espacios de juego que fomenten el desarrollo integral de los niños. Nos enorgullece ser parte de esta transformación urbana que no solo mejora la jugabilidad, sino que también contribuye al bienestar y la felicidad de las futuras generaciones.